Pergeñas tierra inamovible,
luces de
ese
ayer.
Hemos detenido el momento,
para su culpable afabilidad,
y tan
sólo una masa se bifurca
entre caminos y el vigor
rendido.
Se escucha cristal de hielo en
silencio, albor de espíritus eternos.
El
juego
sólo empezó para recordar
la reverencia afligida de la perfección,
de
la
demanda.
Y, en
su
soledad, la generación del
temor se afana en digerir
la oscuridad,
la guerra nublada del que codicia
una brava, ingrávida posteridad.
© Texto: Daniel Arana García de Leániz
Fotografía: Mar Esteban
Noviembre 2013
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