Imaginen una Alaska nevada –para variar-
idílica, donde el tiempo parece haberse detenido. En ella vive un feroz
asesino, violador y torturador de mujeres (impagable John Cusack),
principalmente de aquellas que ejercen la prostitución –de la que, dicho sea de
paso, este film está muy lejos de ofrecer una imagen glamourosa- cuya identidad
conocemos desde prácticamente el principio.
Conectando uno de sus casos con
otro de los sucesos acaecidos en Alaska, al policía de la gran ciudad que da
vida Nicolas Cage (en su habitual papel histriónico y asfixiado por su propia
existencia) se le meterá entre ceja y ceja acabar definitivamente con el
monstruo que va dejando tras de sí un reguero de cadáveres femeninos, ayudado
únicamente por una bella prostituta superviviente (la ex chica Disney Vanessa
Hudgens, evidentemente alejada de sus primeros papeles, y que realiza una más
que creíble interpretación, quizá la mejor de los tres).
Hasta aquí, el argumento, que se
resume rápido. Se trata, a priori, ni más ni menos que de un thriller clásico,
pero poco a poco, es ésta una idea que se cae por su propio peso. Tiene a
su favor la sempiterna –pero que algunos jamás querremos que deje de filmarse- idea para una trama de psychothriller, una extraordinaria dirección artística, así como de
fotografía, y desde luego, la evidente muestra de que Walker sabe hacer cine.
Un thriller en el que los parajes
helados cobran tanto o más protagonismo que los propios actores, mezcladas las
inclemencias exteriores, eso sí, con una algo más tópica visión de los antros
donde bailan mujeres desnudas, justo después de la inyección de droga al uso. Un thriller frío, que deja al
espectador como si viniese de recibir una enorme puñalada en las entrañas; film
desolador, de especial relevancia en el thriller moderno, con un estilo además
que rehuye de lo clasicista, dándole relevancia al movimiento de cámara
constante. Movimiento que tiñe al film de un aspecto documental y que le dota de un ferozmente mayor realismo.
No debemos olvidar que, a diferencia de otros productos del género, se ciñe a hechos verídicos, lo que no deja lugar a dudas de la repugnancia que otros seres humanos producen a veces en sus congéneres. Narrativamente austera, ésta es, empero, otra de sus mejores bazas. Probablemente, y digo sólo probablemente, estemos ante uno de los thrillers más gélidos y descarnados de los últimos tiempos, también ante uno de los mejores. Lo que, a estas alturas del viaje, ya es mucho.
***1/2
© Daniel Arana García de Leániz
Noviembre 2013
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