"Photographier: C’est mettre sur la
même ligne de mire la tête,
l’œil
et le cœur. C’est une façon de
vivre"
“Fotografiar es poner en el mismo
punto
de mira la cabeza, el
ojo y el corazón. Es una forma de vivir”
Siempre me llamó la atención la forma en
la que Henri Cartier-Bresson se valía de una especie de subterfugio para
mostrarnos la cotidianidad del instante vivido, del aquí y el ahora para
enmarcarlo en un “para siempre”.
Esa admirable magnitud con la que inmortalizaba los gestos y movimientos
más elevados y comprimidos en ese espacio inefable, a partir de sutiles trazos,
líneas, planos y volúmenes. Bresson tenía una perspicaz forma de
mostrarnos esa parte de las matemáticas que estudia el espacio y las figuras,
esa parte de un Universo tan extraordinario como es el de la geometría.
Henri Cartier-Bresson siempre utilizó su
Leica y su lente de 50mm para “atrapar el instante decisivo”, como un
libro donde plasmaba de forma decidida y espontánea los bocetos del momento más
intuitivo, del tiempo más efímero. Donde ponía el ojo, ponía su idea y su
corazón, de ahí que dotase a su obra de una extremada y sagaz sensibilidad.
A través del marco del visor de una
Belleza suave y levemente imaginaria por la simplicidad de la expresión de su
Geometría, como si escapase de la realidad a modo “catarsis” al realizar una
fotografía.Todas sus obras son luz en estado puro.
Si hacemos un breve recorrido por ellas, percibimos esa actitud de concentración, esa
disciplina de la mente, esas composiciones tan perfectas. Pensemos en fotografías
como Downtown, Behind Saint-Lázare, Quai Saint Bernard, Palais Royal, Myéres…y
la frase con la que comenzaba toma aún más sentido (Photographier: C’est
mettre sur la même ligne de mire la tête, l’œil et le cœur. C’est une façon de
vivre).
« Saber mirar para saber crear », nos dirá, mostrándonos una rigurosa
organización de las formas visuales, dotadas de una gran carga de profundidad y
penetración del pensamiento y la ensoñación.
Aquí es donde encuentro cierta relación con el psicoanálisis y la
doctrina freudiana, en su peculiar forma de mostrarnos los retratos tan
caracterizados que hacía a sus personajes -soñadores en un desenfrenado grado
sumo- con miradas profundas, reflejos de lo que no se ve a simple vista.
Toda su obra gira en torno a la singularidad de lo cotidiano donde se
produce una perfecta simbiosis entre el inconsciente de lo visible y el
inconsciente de las pulsaciones.
Bresson, dotado de una imaginación activa, buscaba mostrarnos algo más
que la mera plasmación del momento, buscaba inmortalizar en su obra lo
transitorio, lo fugaz, lo contingente… a través del (re) conocimiento de esa
cotidianidad… de ahí que antes de inmortalizar a sus personajes conviviese con
ellos en sus rutinas para plasmar “un real imaginario”, “lo imaginario del
natural”, y mostrarnos ese mundo interior de los personajes.
Como si de un tirador zen se tratase, movido por una especie de sentido
supremo, enfocando con los ojos cerrados el instante, capturando lo fortuito a
través de su oblicua mirada; como un sabio conocedor del instante
inmortalizado, del “yo eterno” ; como si de un sabio conocedor del mundo, en
definitiva, se tratase.
Bresson nos muestra la singularidad de su mirada azarosa y repentina
del mundo y sus personajes.
Su carácter de improvisación donde nada es premeditado, donde el azar y
la casualidad están presentes en un marco no-previsto, en un marco
no-preconcebido.
La Belleza y la Poesía están presentes en el recorrido de toda su obra
donde la envuelve un aura sin “peso ni pose”, todo un fluir de gestos, miradas,
movimientos…como la levedad de una realidad donde es posible combinar lo que es
visible y lo que no.
“Esta connivencia de una disposición inmutable del espíritu y de una
disposición transitoria de las cosas no significa tanto la disposición de un Yo
en el mundo exterior como la focalización del mundo exterior en el yo”
Toda su obra que se escalona a lo largo de todo un medio siglo, esboza
un mismo mundo, un mismo instante en diferentes lugares y circunstancias, como
si hiciese la misma toma en distintos contextos espacio-temporales, marcando la
personalidad de un inmenso estilo único y propio.
A veces, diviso en sus fotografías un aura que me recuerda a Magritte y
su surrealismo mágico…toda su fotografía es comparable a la pintura que al fin
y al cabo no es sino el fiel reflejo del mundo interior de sus creadores.
En cierto modo Bresson se impregnó del surrealismo en sus inicios para
decantarse al final por el fotorreportaje, donde dejó plasmado un mundo que va
más allá de la realidad donde se entrelazan la ensoñación, lo onírico, lo
visible, lo palpable…dejando presente que es posible fotografiar más allá de lo
que el ojo puede ver, pues es posible disparar con el alma y el corazón.
© Mar Esteban
Junio 2013
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