Posiblemente una de las películas
más fascinantes es también una de las que menos argumento contendría, de ser resumida. Es una de sus cualidades más aparentes.
De la mano del director Resnais y del guionista y afamado escritor de la nouveau roman Robbe-Grillet, El año pasado en Marienbad (1961) viaja a través del tiempo y la memoria para
engarzarse en ambos, sin dejar tiempo a la elucubración poética. Es, digamos, virulentamente
enigmática. Incluso la película más enigmática de la historia del cine, valga
tamaña hipérbole. La incertidumbre, y el
interrogante no respondido sobre qué es el tiempo… ahí es donde El año pasado en Marienbad
plantea el juego, la percepción del tiempo cuando se mezcla con nuestros
recuerdos, a la vez que estos se mezclan con nuestra imaginación, de forma
constante. No hay tiempo para lo REAL en esta película, y el que parta de ella con concepciones realistas se dará de bruces contra la fuerza verdadera del film.
No hay clave
para esta obra de arte, salvo las sensaciones e interpretaciones
suscitadas. Cada fotograma está calculado al milímetro para que el espectador se convierta en uno más de los que atraviesan sus pasillos. Y en esta singular fuerza estética reside la base de la película: la plasmación en imágenes de aquello que pertenece a la mente.
La primera voz que se escucha en el filme es la del narrador, que va
diciendo al principio sin que se le entienda muy bien, y luego cada vez más
claramente; "Una vez más recorro estos pasillos, atravieso estos
salones y galerías en este edificio de siglos pasados...", mientras la
cámara avanza por los interiores de un gran hotel barroco.
Tenemos a X, que intenta
persuadir a una mujer casada, A, de que abandone a su marido, M, y se fugue con
él, basándose en una promesa que ella le hizo cuando se conocieron el año
anterior en Marienbad. Pero la mujer parece no recordar aquel encuentro.
¿No recuerda aquella ocasión?…será
la pregunta de uniformidad desorbitada, y jamás respondida.Y así, poco a poco, a través de fragmentos de conversación,
planos de personas cuidadosamente situadas o de grupos estáticos, la película
va creando su perturbador universo, que puede ser real o imaginario.
Los tres personajes principales comenzarán a revelar sus respectivas
identidades y todo ello tiene lugar en una delicada fusión entre pasado y
presente, donde ya se nos hace saber que no hay nada seguro. Donde el todo es la armonía que tiende a afectar directamente a la sensibilidad perceptiva del espectador. Es una patina genial, una serie de mágicas fotografías únicas. Es la decencia cuestionable de las preguntas sin responder.
Y sí, el film sugiere
muchas preguntas más. Mas nuestra labor consistirá no ya en responderlas, actividad que se antoja
ardua, sino en discernir al menos si lo que vemos es cierto, o solo un sueño concoide,
uno de esos que sólo se dan muy de vez en cuando en el arte, cuando éste es elevado a categorías así.
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© Daniel Arana García de Leániz
Enero 2012 (rev. julio 2013)
Se dice que está inspirada en "La invención de Morel". Algo tiene. Desde luego si la mayoría de personas vincularían con razón el cine con la literatura, si a veces el vínculo con la pintura es evidente, en este caso es una de las máximas representantes de la unión entre el cine y la arquitectura.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Sergio, efectivamente, en todo libro sobre cine y arquitectura, esta obra maestra merecería una entrada, así como "Strangers when we meet", por razones bien distintas, dicho sea de paso.
ResponderEliminarAbrazos.