miércoles, 28 de mayo de 2014

Retornos



La entrada al templo se hace sólo al ocaso.
El sherpa teme por los viajeros que han
quedado atrás.
El aire es frío, y las puertas se vencen a
nuestro avance. Acusan quizás un abandono 
del tiempo en espectros falaces, pero allí siguen
las aristas.

Embovedada, la nave interior engaña
con su barroquismo, que disimula
eras.
No hay nadie dentro, a nadie se espera.
Pero hay ese trauma noctámbulo, que
transgrede sin querer
alma y manera. Que las afila.

En silencio, alguien se escalofría,
es demasiado lo santo para no temer a 
la tiniebla.
Entonces, y sólo entonces, reconozco los
muros, estoy de nuevo allí.

Hubo quien se sonrió. Se sabía
disconforme, pues, en el fondo,
sólo habíamos sorteado el escollo
de volver a donde


ya no es posible hacerlo.


© Texto: Daniel Arana García de Leániz
Fotografía: Mar Esteban
Mayo 2014

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