La calle
donde el músico juega a que
adoptemos su oído.
Cada uno
ve lo que cede.
¿Por qué, entonces, si resulta tan ajeno a la
arrogancia y al pathos
de la distancia, por qué entonces es tan rara su música?
Recibe
sólo aquello que expone.
Bajo la tenue iridiscencia de los
arcos
multiplicados en el claustro
desnudo.
Bajo el sofocante calor del mediodía,
en esa calle desierta,
que irá a la busca del lento
desperezo del atardecer en un día de verano.
Su oído es también ojo.
Es ese misterioso contrapunto sombra que no parece venir
sino de un interior sin imágenes ni formas.
En esas ocasiones de abismática
profundidad neural da sobre todo miedo.
Sonoridad de jazz que pugna por
brotar.
Apenas, la voz perfecta
que será al fin silencio.
© Texto: Daniel Arana García de Leániz
Dibujo: Bob Dylan
Dibujo: Bob Dylan
Octubre 2013